Tambores empapados repican a tierra
chorrean de a gotones mis piernas
tiemblan, se afirman y hacen foco
en la tormenta del hombre
que escucho que soy.
La furia se alza indolente
con moral de plaga
destazando ante mi
lo soñado, engullendo
lo posible por absurdo.
La furia se alza hermosa
a pasos de rosca, en este espiral
son alas blancas las que barren
los intentos de los sabios locos
que opacaron el brillo.
Mas acá aprieto las muelas
de pie en el agudo pináculo
deseo y no veo un estallido
una luz que acalle todo
un urgente final.
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Derechos reservados izquierdos idem
viernes, 25 de abril de 2008
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