martes, 22 de abril de 2008

El sueño del Sr. Vecchio

Los muertos
que veo a diario
no se parecen
a fantasmas.

Los fantasmas propiamente
ver no se dejan
solo oigo sus maldiciones
escupen en primera fila.

Perdido corro en el proscenio
negro, me detengo
todo mi pelo cae
ahora es mi lápida
tanto como las sierpes
que lamen mi oreja.

Así ignoro
del camino a la barca
sombras entre lirios
adivinando -las- eludo.
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Derechos reservados izquierdos idem

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